Fueron muchos los antojos que me dejó el Libro Rapsodia Gourmet. Desde la mayonesa hecha en casa, panes, helados, moluscos, vinos, whisky y por supuesto estos sencillos Camarones al Curry.
El Cilantro es un ingrediente común para la comida Hindú, pero no pude evitar dudar añadirlo. Crudo en la cocina mexicana tiene un sabor predominante, sin embargo, para la cocina hindú es un sabor complementario. Va muy bien curry-cilantro.
Y bueno, tuve que hacer algunos cambios al menú, tal y como lo preparó el tío Jacques Destrères. Igual quedó excelente, muy recomendable.
Va el proceso
Arroz al Vapor
Aclaró cuidadosamente el arroz tailandés en un pequeño colador plateado, lo escurrió bien, lo echó en la cazuela, lo cubrió con una tacita y media de agua salada, lo tapó y lo dejó en el fuego.
Pues bien, a la mano yo tenía una taza de Arroz Basmati, es el arroz que se acostumbra preparar en la India. Lo aclaré cuidadosamente en un colador de metal, lo eché en la cazuela y lo cubrí con dos tazas de caldo de pollo. Lo tapé y lo dejé en el fuego bajito hasta que perdió todo el líquido (como 20 minutos). Si tu caldo está bien sazonado, no tendrás que añadirle nada adicional. Por lo contrario, si no lo está, agregarás sal y pimienta que requiera. Procura antes de comenzar a preparar los camarones, dejar en la cazuela cociendo el arroz
Camarones al Curry
Había unas gambas en un cuenco de loza. Mientras charlaba conmigo, esencialmente de mi artículo y de mis proyectos, las peló con concentrada meticulosidad. Ni un solo instante aceleró la cadencia, ni un solo instante la redujo. Una vez despojado el último pequeño arabesco de su coraza protectora, se lavó a conciencia las manos con un jabón que olía a leche. Con la misma uniformidad serena, puso en el fuego una sartén de hierro, vertió en ella un chorrito de aceite de oliva, esperó a que se calentara y dejo caer encima una lluvia de gambas desnudas. Con habilidad, la espátula de madera las acosaba, sin dejar escapatoria alguna a aquellas pequeñas medialunas, las agarraba por todos lados, haciéndolas bailar sobre el aceite oloroso.
Me tomé todo el tiempo del mundo para quitarle la coraza protectora a los camarones, pero yo hice algo adicional, en la parte superior del lomo pasé el cuchillo para retirar la vena negra (intestino) que bajo ninguna circunstancia se lo dejo.
Utilicé un sartén de teflón, tipo wok (☹ no tengo sartén de hierro) vertí en este un chorrito de aceite de oliva y dejé caer encima los camarones. Los moví tan rápido como me lo permitió mi palita de madera, y por supuesto que bailaron los camarones sobre el oloroso aceite de oliva bien caliente.
Luego vino el curry. Ni demasiado ni demasiado poco. Un polvillo sensual que embellecía con su oro exótico el cobre rosado de los crustáceos: Oriente reinventado. Sal, pimienta. Con unas tijeras fue cortando en pedacitos sobre la sartén una ramita de cilantro. Por último, rápidamente, vertió un taponcito de coñac y prendió una cerilla; de la sartén surgió una larga llamarada furiosa, como una llamada o un grito que se libera por fin, impetuoso suspiro que se apaga tan pronto como se ha elevado.
Ocupé curry en polvo, una cucharadita. Lo rocié sobre los camarones y por supuesto se pintaron de dorado. Salpimenté y por encima rocié el cilantro bien picadito. Mmmm No, no tengo coñac, por lo que utilicé el mismo vino blanco con el que comí, un Sauvignon Blanc francés…seco…delicioso. Suficiente para que quedaran los camarones bien humectados.
Sobre la mesa de mármol aguardaban un plato de porcelana, un vaso de cristal, unos magníficos cubiertos de plata y una servilleta bordada de lino.
Sobre la barra de mármol de mi cocina aguardaba un plato de porcelana morado, una copa de cristal, mis cubiertos de todos los días…sin servilleta bordada de lino.
El plato quedó delicioso, lucidor y sorprendentemente bien combinado con el vino blanco seco. Fue un agasaje muy recomendable y fácil de hacer. Muy gourmet
El tío Jacques Destrères acompañó este platillo con un vino blanco francés de la zona Sancerré…que aquí en México no baja de $700 ☹ me quedé con el antojo. Pronto lo probaré, cuando en mi clase llegue a los vinos franceses, seguramente.