Lunas de Estambul
Lunas de Estambul
Autor: Sophie Goldberg
Editorial: Planeta
Páginas: 404
Precio: $ 261.80 Amazon, $ 308 Gandhi , $ 261.80 El Sótano , $ 308 Péndulo y $ 308 Porrua
ISBN: 978-607-07-2780-1
Sinopsis:
Ventura, una hermosa joven turca, tiene que viajar a México para casarse con Lázaro porque su familia lo ha dispuesto así. Con un baúl con apenas pertenencias y la ilusión de enfrentarse a lo desconocido, se embarcará en un viaje sorprendente para comenzar una nueva vida lejos de su tierra natal. La llegada, su primer matrimonio, el segundo, sus hijos, su viudez, sus nietos, el regreso a Turquía: Ventura vivirá cada acontecimiento con una profunda intensidad e irá aderezando sus días con la riqueza de aromas, sabores, ritmos, colores y proverbios que trajo consigo del lejano Oriente. Entre recetas turcas y sefardíes y las costumbres heredadas de una cultura milenaria, encontrará el mejor antídoto contra la añoranza, aunque su memoria no pueda borrar el recuerdo de las lunas de Estambul.
¿Por qué en El lugar de Beatriz?
Por la parte esa que decía “aderezando sus días con la riqueza de aromas, sabores, ritmos, colores y proverbios que trajo consigo del lejano oriente».
Apuesta que, por cierto, salió muuuuy bien, porque hasta ahora ha sido la novela que más platillos (anécdotas y recetas¡¡¡¡) ha traído consigo,
Mi opinión (Excelente, Muy bueno, Me gustó-pudo ser mejor, No vale la pena, Muy malo)
Muy bueno: Una sorpresa este libro, que me ilustró sobre la invitación que hiciera el gobierno mexicano para los extranjeros que quisieran establecerse en nuestro territorio, a mediados de los años veinte. Las facilidades que les dio, lo que trajeron bajo el brazo y se quedó para nosotros, las penurias por las que pasaron (propias de cualquier persona que se establece en un país extranjero).
Los lugares por donde anduvo Ventura son mis rumbos: el centro histórico, la colonia Verónica Anzures, la colonia Roma. Incluso la calle de Victor Hugo, donde viví antes de irme a Venezuela, seguramente fuimos vecinas (con sesenta años de diferencia).
Hemos sido un país solidario y amistoso con la migración. Me siento orgullosa con los mexicanos que la mayoría de las veces fuimos “buena onda” (mayoría, porque me acordé de la matanza de chinos en Torreón…snif).
Muchas de las recetas (¡¡¡son muchas!!!) ya las conocía, en restaurantes o en mis cursos del claustro, pero otras tantas son una novedad. Tendré que darme tiempo para experimentar.
Algo para recordar
Acerca de su nuevo país, y en especial de su nueva ciudad, Ventura no estaba muy informada y las escasas referencias que tenía se reducían a historias y leyendas que había escuchado pasar de boca en boca entre los familiares de algunos osados que habían emprendido el viaje desde Turquía. Le habían contado acerca de los llantos nocturnos de una mujer que parecía flotar sobre la espesa neblina; que andaba sin rumbo por cualquier dirección de la ciudad, o las riberas de los ríos, gritando “¡Ay, mis hijos!”; que el fulgor de la luna llena permitía ver esta manifestación fantasmal con un velo en el rostro. Hubo quién relató a Ventura que esa misteriosa mujer era el alma de la Malinche, que seguía penando por haber traicionado a los mexicanos durante la conquista. Otra versión que viajaría hasta Estambul fue que esa mujer enviudó, que adoraba a su marido y al perderlo enloqueció y ahogo a sus hijos, que después ella murió de tristeza, pero regresó del más allá para penar su crimen.
Una tarde, semanas antes de su viaje a México, Ventura acudió a la casa de una vecina, doña Rayka, quien había recibido carta de su hijo que vivía en la ciudad de Guadalajara. Ansiosa por escuchar lo que él relataba a su madre, se sentó atenta a la lectura de aquellas líneas, pero en cuanto oyó que se hablaba de la leyenda del jinete sin cabeza, optó por despedirse y salir de ahí. Sabía que se trataba de mitos transmitidos por tradición oral, sin embargo, prefería no sugestionarse con historias que francamente le daban miedo, no fuera a ser que se arrepintiera de irse a vivir a México. Se retiró a admirar las imágenes de paisajes que Lázaro le había enviado en postales durante su cortejo por correspondencia: el Castillo de Chapultepec, el Paseo de la Reforma y el propio Xochimilco, sitios que fue visitando paulatinamente del brazo de su esposo. Atónita, observaba todo con una mezcla de sorpresa y fascinación, al tiempo que labraba a su cotidianidad a la medida. Se sentía afortunada y, por primera vez desde que dejó Estambul, tuvo la certeza de que, en un crisol de tradiciones tan antiguas como disímiles, podría construir su propia leyenda.
De la Autora, Sophie Goldberg
Nació en la Ciudad de México. Estudió Ciencias de la Comunicación con especialidad en periodismo en la Universidad de Texas, Austin. Ha colaborado para distintas revistas y ha ganado varios certámenes literarios. Entre sus publicaciones se encuentran el libro de poesía Vida y Pasiones y Sefarad de ayer, oy i manyana, compendio histórico sobre la presencia sefardí en México. Lunas de Estambul es su primera novela.
SOPHIE GOLDBERG: “LA PERTENENCIA Y LA IDENTIDAD SON BÁSICAS PARA SABER QUIÉNES SOMOS”
Sophie Goldberg, nacida en México, es autora de dos libros de poesía “Vida y Pasiones, Testimonio de una vida plena” y “Sefarad Ayer, Hoy y Mañana”. “Lunas de Estambul”es su primera novela, publicada por Editorial Planeta.
“Lunas de Estambul”está basaba en la vida de mi abuela Ventura Esquenazi de Eliakim” dice Goldberg. “Es la historia de muchos emigrantes que llegaron a principios del siglo pasado; aun así, tiene muchos tintes, muchos secretos de familia, mucho sabor, porque la cocina y la gastronomía formaban parte de su vida. Decidí contar su historia, porque quería, de alguna manera, honrar tanto su memoria, como la generosidad de México al haber recibido a los emigrantes judíos”.
Goldberg destacó que la idea del libro surgió desde hace varios años; sin embargo, ella no quería que fuera un libro que sólo repartiera a familiares y que relatara una historia que a nadie más le podría interesar, por lo que decidió que el libro debía tener una base de datos duros e históricos -para que una vida individual pudiera llevarse a un contexto universal y que cualquier inmigrante pudiera relacionarse con esta historia. “Trabajé cinco años escribiendo la historia; básicamente, tenía que enriquecerme de datos importantes para poder situar al personaje en una realidad”.
Ventura Eskenazi llegó a México en 1927, por lo que Sophie afirmó que leyó acerca de la post revolución, de la situación económica del país, de las leyes de emigración del país, para ver bajo qué circunstancias tenían que venir y con qué requisitos tenía que cumplir, “además de sentarme a recordar todas las pláticas que tuve con mi abuela en las noches, cuando iba a dormir a su casa y me contaba su historia”.
“Mi abuela llegó a México completamente sola, después de que la habían comprometido por carta con Lázaro Carrillo, también”turco”, que ya vivía desde hace años aquí, pero que extrañaba mucho las costumbres turcas y a los sabores de su comida. Él mandó una carta a su familia preguntando si sabía de una mujer que quisiera venir a las Américas a casarse con él. Así es como la familia Carillo se conoce con la familia Esquenazi y llegan a un arreglo; los novios se conocen por carta y por fotografía. A mi abuela, la mandan completamente sola y toda su familia se queda en Turquía; de hecho, mi familia materna sigue en Estambul.
“Su vida en México transcurrió primero al tener que enamorase de un hombre al que no conocía. Llegó a descubrir a su pareja, sabores nuevos que integró a su comida, en sus recetas. Llegó a descubrir palabras y cambió su burca por los rebosos, las mezquitas por las iglesias. Cambió todo su entorno, su vida diaria. Se enamoró del mango y del huazontle, y de toda esta vida -incluido su marido. De ese matrimonio tuvieron dos hijos: Moisés y Jasqui. Desafortunadamente a los 27 años quedó viuda y comienza una aventura y un periplo que vale la pena contarse. Después de unos años se casó con Nissim Eliakim y de ese matrimonio nació mi madre, Mery Eliakim de Bejarano; por ello estamos aquí.
A lo largo de este viaje maravilloso, el gran compañero de Ventura fue un baúl que trajo desde Turquía, lleno de esperanzas por una vida mejor, pero también de cosas que su familia le había bordado como dote. Debido a que era una familia que no tenía posibilidades, las mujeres de la familia se reunieron para bordarles cabezales (como ellos les llamaban a las almohadas en ladino), sabanas, toallas y es lo que ella traía como dote. Este baúl es el narrador de toda su historia, sus pérdidas, desarraigos, nostalgias, porque siempre la acompañó.
Años después de que mi abuela falleció, le pedí a mi madre el baúl, porque para mí era muy importante conservarlo. Ahora está en un lugar muy especial y muy importante de mi casa, porque lo abro y huele a Ventura, a su historia y a recuerdos que tantas veces me contó”.
Goldberg dijo que tuvo la fortuna de ir a Estambul a conocer a su familia materna y desde entonces visita esta ciudad cada dos o tres años con su marido y sus hijos. “En el primer viaje, con cada paso que daba por las estrechas callejuelas de Estambul, los barrios, los mercados, el gran bazar, sentía que Ventura me acompañaba, con su aroma a gardenias. Sentía su piel, la sentía tomándome de la mano, diciéndome ‘todo lo que te había contado, lo estás viviendo tu misma’. Fue un viaje muy especial: durante quince días no deje de llorar, porque la extrañé estando en su tierra, la cual ella añoró terriblemente”.
“La pertenencia es muy importante, el saber que pertenecemos a una comunidad, también a un país al que amamos y nos ama. En esta búsqueda que yo he tenido al hacer, mi identidad me quedó muy clara: sé de dónde vengo y por qué estoy aquí”.
Finalmente, invitó a los lectores de Enlace Judío a leer su libro “Lunas de Estambul” y a gozar de sus páginas.
Tomado de ENLACE JUDÍO
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